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El otro día escribí una entrada sobre la arrogancia como estrategia de márqueting, incluyendo algunas experiencias personales que fueron completadas por las experiencias que otros compañeros incluyeron en sus comentarios. Parece que todos estamos de acuerdo en que muchos comerciantes numismáticos en España no se caracterizan precisamente por su humildad, y muchas veces el trato al cliente llega a ser desagradable. También parece generalizada la opinión de que si un comerciante cuida al que empieza y le asesora correctamente, es muy probable que ese aficionado siga siendo su cliente según vaya aprendiendo más y se vaya metiendo en monedas más caras. Pero ¿realmente es así? Sinceramente, yo tengo serias dudas de que asesorar al cliente sea una buena estrategia comercial.

Os pondré un par de ejemplos:

El otro día me acerqué a Bath (os comentaré la visita con más calma en otra entrada) y allí me encontré en un mercadillo un tenderete de té. A mí me encanta el té inglés (junto con la parstinaca es lo único que me gusta de la cocina inglesa que no tenemos en España) pero soy un auténtico novicio y no sabría decir qué té me gusta más que otro. El tendero al verme me dedicó unos cuantos minutos y estuvimos charlando sobre té. Resulta que su familia lleva tres generaciones dedicándose a la venta de té, así que os podéis imaginar que sabía una barbaridad. Me sacó un montón de variedades diferentes para que las oliera y me estuvo explicando cómo se hacen los diferentes tipos de té para poder extraer bien todo su sabor. Aprendí un montón.
Como el precio era razonable, le compré una caja para probarla y quedé con él en que si me gustaba le compraría más porque vende a través de Internet (ésta es su web) y me lo puede mandar tanto a mi dirección en Inglaterra como a España. Conmigo se ganó un cliente y pienso comprarle de forma habitual (el té que me vendió está buenísimo).

En Valladolid hay una tienda de juegos de rol y frikadas variadas. A mí no me gustan ese tipo de juegos, pero suelo regalar juegos de mesa o juegos de carta sencillos porque son regalos baratos, socorridos y originales. Al tipo de la tienda le considero tanto un experto en juegos como un enamorado de los mismos. Es impresionante: sabe jugar a todos los juegos que tiene en la tienda, y no habrá menos de 200, algunos con una temática muy compleja. Le das un presupuesto de 10 euros para arriba, le dices el perfil de la persona a regalar y te saca tres juegos que encajan. Yo he probado para regalar a un niño de 5 años, a una chica de 14, a una mujer de 30… siempre he acertado. Además, el tipo monta campeonatos y tiene mesas donde los frikis de Valladolid van a jugar o a pintar sus miniaturas. Si tienen alguna duda o quieren algún consejo, ahí está él para atenderles. Pero lo que me sorprendió es que tiene un cartel que pone: «Si juegas en mi tienda ¿por qué no compras en mi tienda?».

Son ejemplos bastante sencillos de un cliente que valora el asesoramiento. Va a comprar un producto y como ve que el asesoramiento es muy bueno no se anda con historias de regateos ni piensa si en un supermercado va a sacar el mismo té 20 céntimos más barato o el juego por 2 euros menos. Si lo he escrito bien, seguramente estaréis pensando en situaciones en las que vosotros mismos habéis actuado de forma semejante y habéis valorado el asesoramiento. Ahora es la pregunta dura: ¿esas situaciones son a la hora de comprar una moneda?

Personalmente, me he encontrado con muy pocos coleccionistas que realmente valoren el asesoramiento. No hay más que ir a un mercadillo y ver al personal dando conversación a los comerciantes y éstos intentando quitarse a esos «moscones» de encima. Unos pueden decir que los comerciantes son unos tal y unos cual, pero si lo pensamos dos veces es normal: ellos no están en el mercadillo para pasar la mañana, ni para hacer amigos ni porque les guste la numismática. Los comerciantes profesionales están para ganar dinero, más que nada porque su familia no vive del aire y porque su negocio tiene unos gastos todos los meses. Así pues, si alguien va un día, le explica cosas, le responde a sus dudas, le intenta orientar y luego el cliente se va sin comprarle nada, es normal que al día siguiente (o al siguiente) no quiera ni dirigirle la palabra. ¿Para qué va a asesorar a una persona que no valora su asesoramiento? ¿Para qué va a estar orientando a un tipo que luego se va a comprar las monedas a otra gente porque se las ponen un poco más baratas? ¿O es que también tiene que poner un letrero como el de la tienda de juegos?

Entonces aquí es donde yo hago la crítica a los aficionados: si valoras el asesoramiento, compra a quien te asesore, y si no lo valoras no te quejes de que no te asesore nadie porque no lo estás incentivando. De igual modo, si a priori estás pensando en que no le vas a comprar a un vendedor, no le hagas perder el tiempo porque él está trabajando. Me imagino que muchos profesionales hayan salido hartos de la situación y de dar explicaciones de más a quienes no les dejan un duro (por no hablar de casos como éste y éste) y su reacción sea centrarse en los aficionados que vengan ya aprendidos y que me dejen dinero de verdad. No digo que sea una buena estrategia, pero desde luego es mejor que la de perder el tiempo con quien no les compra ni una pieza.

No quisiera que veáis esto como una crítica a los lectores del blog. Si bien es cierto que vendo alguna que otra moneda que tengo repetida o que he comprado en un lote y no me interesa, no soy ningún profesional ni pretendo ganarme la vida con esto. Me considero un aficionado más y estoy en la numismática porque me gusta. De hecho, aunque el blog tiene bastantes visitas no tiene ningún tipo de publicidad porque su ánimo no es el lucrarme, sino que todos aprendamos con él. Al menos yo aprendo un montón.

Ahora os cuento una anécdota final:

Hace unos cuantos meses leí en el foro de Imperio Numismático a un usuario que estaba buscando unas carteras PROOF por unos 220 euros. Yo las tenía y le escribí un mensaje diciendo que se la dejaba en 200 euros. Entonces va el amigo y me dice que si yo se la dejaba en 200 euros seguramente la podría encontrar un 20% más barata en una casa de subastas, que es de donde sacaba yo las monedas según había leído en el blog.

No voy a hacer comentarios sobre la ignorancia del colega porque darían para otra entrada (básicamente porque las casas de subastas son de todo menos baratas), pero la cuestión es la actitud que presenta. Parece que me está llamando gilipollas justamente por asesorarle gratuitamente. Estoy seguro que más de un profesional de los que ofrecen asesoramiento «gratuito» se ha sentido así alguna vez.

Las monedas de la entrada son tres tipos diferentes de los 10 céntimos de la Segunda República Francesa. Se van a subastar en la casa Monnaies d’Antan y salen por 150, 150 y 120 euros respectivamente. Los 10 céntimos franceses del siglo XIX están entre mis series favoritas.

Cuenta una leyenda que dicen verdadera:

No ha mucho que en esta nuestra España sucediera
que a un reputado comerciante se le apareciera
un hombre humilde con la cartera llena.

«¿Qué me trae usted en esa cartera?»

«Tan buena mercancía que hará tiempo que sus ojos no vieran
tal cantidad de libros antiguos como los que aquí os esperan.
Los he heredado yo de mi bisabuela
que era una mujer rica, con tierras, noble y marquesa».

«Suerte tiene usted de heredar de esta manera,
que habiendo pasado por padres y abuelos todavía en la colección quedan
decenas de libros antiguos y que algunos incunables sean.
No se preocupe usted, caballero, que por mal que le venga
ya no pasará necesidades de aquí hasta que se muera.
Puesto que, una vez diga, y por escrito me lo ofrezca,
que esos libros en realidad vienen de su bisabuela
los publico en mi subasta, quizá la mejor de España entera».

«¡Vive Dios que mi historia es verdadera!
y así por escrito usted lo tenga
que jamás de mi boca mentira saliera
puesto que he tomado votos de obediencia, castidad y pobreza».

Así que el clérigo por escrito le entrega
la legal procedencia de la mercancía que lleva.
Mas el mercader tomó a la policía de consejera
para saber si se había robado alguna biblioteca
obteniendo una negativa respuesta.
Finalmente permitió que en pública subasta se ofrecieran
los libros de la supuesta bisabuela
de aquél cura, fraile o lo que fuera.

Todo parecía genial, miel sobre hojuelas
se llevó el comerciante su parte y el cura muchos millones de pesetas.

Pasan los años y de aquello nadie se acuerda
hasta que un nuevo obispo aparece en escena
y solicita un inventario de la Diócesis completa.
¡Madre del cielo! ¡Menuda faena!
¡Que a la Santa Madre Iglesia le han robado en su biblioteca!

Para entonces el culpable ya estaba palmera
y del dinero ni rastro, nunca lo metió en una cuenta
así que nunca sabremos si se lo gastó en putas o con la tabacalera.

El resto de la historia se lo imagina cualquiera:
Tras la pertinente denuncia, la justicia considera
que los libros regresen a su ubicación primera
y que los coleccionistas afectados indemnizados sean
por el dueño de la subasta, aunque delito no cometiera.

Y así acaba esta historia a la que dicen verdadera.

Hace poco que se puso en contacto conmigo un lector del blog que estaba empezando en esto de la numismática. Tras intercambiar un par de correos con él me comentó una compra que estaba a punto de cerrar y mi recomendación fue que aquello no le iba a hacer más que perder dinero. El caso es que después me dijo que ahora mismo está en paro y que como tiene algo de dinero ahorrado, bastante tiempo y le gusta el tema de la numismática, estaba pensando en hacer negocio con este asunto y quién sabe si a medio plazo ser un numismático profesional. Como le vi bastante perdido y las críticas duras son mi expecialidad, ésta fue mi respuesta:
Hola,

voy a ser plenamente sincero contigo, no porque vaya de listo sino porque este tipo de críticas si no se hacen de forma sincera no valen para nada. Tómatelo como la opinión de un amigo que no sabe más que tú, pero busca argumentos para revatir los míos.

De entrada creo que vas demasiado rápido. Por lo que parece no tienes amplios conocimientos sobre numismática y para ser un profesional hay que saber muchísimo. ¿Sabrías distinguir un EBC de un EBC+? ¿Sabes el precio de las 5 pesetas de 1809 de Barcelona? ¿Y de 1814? ¿Sabes distinguir un denario auténtico de uno falso? ¿A cuánto comprarías una dobla de la Banda de Sevilla en MBC? ¿Por cuánto la venderías? ¿a quién? ¿a cuánto pagas el gramo de oro y a cuánto lo vendes y a quién?

Todo eso son preguntas que no tienen fácil respuesta y que si te metes con dinero en este mundillo sin tenerlo claro y con la esperanza de sacar un dinero todos los meses porque lo consideras un trabajo, entonces lo normal es que te desplumen.

Este es un mundillo ultra-cerrado, donde nadie te va a enseñar nada y donde todas las lecciones se aprenden a base de perder dinero. Nadie te dirá a cuánto vender una moneda ni a quién vendérsela; y mucho menos a quién comprársela. Para que te hagas una idea yo llevo cuatro años dedicando bastantes horas a este tema (como aficionado) y a día de hoy saco muy poco dinero, que uso para ampliar mi colección. Si me lo tomase en plan profesional posiblemente sacase más, pero dudo mucho que llegase a un suelo de 800 euros una vez quitados los impuestos.

Ahora que te he contado todo lo malo, te comento qué podrías hacer para llegar a ser un numismático profesional. Lo primero pensar en qué te quieres centrar. Lo más fácil es centrarse en los euros, algo muy sencillo y que seguro que a corto plazo ya puedes montar una página web y ponerte a vender. Lo que pasa es que hay mucha competencia en ese asunto. No obstante, si quieres ser profesional ten euros, aunque también tengas monedas antiguas.

Tendrías que contactar con un mayorista que te surtiese productos de la FNMT a bajo precio (mucho menos que el precio de la tienda). No conozco ningún mayorista. Digo lo mismo con los sellos, puede ser un complemento a la numismática.

Luego tendrías que ir a convenciones y subastas para conocer gente y aprender. Ándate con muchísimo ojo porque muchos querrán timarte. También puede ser interesante que hagas uno de los másters que oferta la UNED sobre gestión numismática y filatélica, he oído hablar muy bien de ellos y seguro que te enseñan un montón de cosas.

Pero sobre todo, ten claro que, salvo que inventes algo muy extraño, el único valor añadido de un numismático es su conocimiento. Ese valor añadido es muy difícil de adquirir y requiere mucho tiempo. A medio plazo dudo bastante que puedas sacar dinero neto de la numismática.

saludos,

Adolfo

En la respuesta a este correo me comentó que no pretendía ganar mucho dinero y desde luego no a corto plazo. Él estaba pensando en el medio/largo plazo y de tal manera que el dinero le rentuase más que en un plazo fijo. Eso ya me pareció más razonable. Mi respuesta fue la siguiente:

Hola,

quizá mi último mensaje haya sido muy duro pero si lo hice fue para que te parases a reflexionar, hay gente que se cree que con la numismática es fácil comprar a 2 y vender a 4.

En cualquier caso, pensar que dentro de seis años puedas ganar 600 euros al mes es razonable, y que dentro de diez años puedas ganar 1000 euros al mes, también. Lo malo es que el proceso de aprendizaje es duro y solitario: nadie te enseñará lo que sabe. Esa es la motivación principal que tuve para empezar a escribir el blog: contar mi experiencia y algunas lecciones aprendidas para que puedan servir de ayuda a los primeros pasos como coleccionistas.

Si tuviese que darte unos consejos ahora serían los siguientes:

Piensa en qué monedas te vas a centrar a corto plazo. Yo te recomendaría El Centenario de la Peseta y los euros, porque es lo que más colecciona la gente y no es algo difícil. Cuando lo tengas más o menos controlado, vete ampliando y especializándote en otras monedas.

Conoce gente. Si en tu ciudad hay mercadillos, vete allí e intenta conocer gente y ver qué colecciona cada uno. Habla con ellos e intenta aprender de todos, aunque debes ser muy cuidadoso porque más de uno te la querrá meter doblada. También te puedes apuntar a foros por Internet en los que aprenderás un montón de cosas (Imperio Numismático, por ejemplo).

Estate atento a las subastas numismáticas. Es la mejor manera de saber valorar y tasar monedas.

Compra y vende. Al principio no sacarás mucho beneficio, quizá hasta te quedes sin beneficio, pero es la mejor manera de aprender a moverte por el mercado. Primero ponte un dinero razonable (digamos que 1.000 euros), ve comprando algunas monedas e intentando venderlas. Al cabo de unos meses habrás sacado poco más de esos 1.000 euros pero habrás aprendido un montón. Luego, una vez que te vayas sintiendo más cómodo vete metiendo más dinero en el asunto.

Tómatelo con calma.

Por último, quisiera comentar que he conocido a muchos aficionados que sueñan con poder llegar a ser profesionales y «vivir de su afición». Yo creo que cuando una afición pasa a ser una profesión, deja de ser una afición. Yo ese problema no lo tengo porque mi trabajo me gusta tanto o más que la numismática. En cualquier caso, creo que no es lo mismo que la numismática sea una afición a que sea un trabajo: en el primer caso todo lo que se hace es exclusivamente para disfrutar, aprender y pasarlo bien, en el segundo caso hay que sacar un dinero y el placer queda en segundo plano.

Las imágenes que ilustran la entrada provienen de la subasta que celebrará Stack’s el  próximo 27 de julio en Baltimore, en una sesión dedicada a la numismática mexicana. Se tratan de tres reales de a 8 columnarios.

Es frecuente que haya gente que herede algunas monedas que guardaron sus padres o sus abuelos. Luego se interesan por buscar en la Web el precio de sus monedas (ilusos…) y al cabo de tres o cuatro búsquedas en Google se acaban topando con mi blog. Si leen algunas entradas rápidamente se percatan de que tasar monedas no es algo trivial, así que se ponen en contacto conmigo para que les diga cuánto les pagaría por su tesoro.

Correos de ese estilo recibo dos o tres todas las semanas. En el 90% de los casos el asunto acaba con un «esas monedas no tienen especial valor numismático, lo mejor es que las guardes para enseñárselas a tus nietos, pero nadie te pagará nada por ellas». Pero hay otros casos en los que las monedas son interesantes, y entonces les hago algunas preguntas para evitar que me tomen el pelo y si veo que el personal va en serio y quiere vender las monedas, entonces me trabajo una tasación.

Es muy raro (aunque se ha dado el caso) que la persona en cuestión es de mi misma ciudad, pero lo más normal es que viva a unos cuantos cientos de kilómetros de mí.  En ese caso lo normal es quedar en alguna parte para comprar las monedas. Dejo aquí algunas lecciones aprendidas de los encuentros que he tenido yo y los que me ha contado Enrique, aunque todo se podría resumir en una sola frase: «extrema las precauciones».

Lo primero es que el trato debe estar cerrado antes de ir al lugar en cuestión para evitar hacer el viaje en balde. La descripción del lote debe ser lo suficientemente precisa como para que no haya sorpresas una vez que se vea y el dinero a pagar debe quedar fijado de antemano. Evidentemente siempre dejo muy claro que ese precio está sujeto a que las monedas que parecen auténticas, efectívamente sean auténticas, lo cual no se puede asegurar a ciencia cierta si no se tienen en mano.

Otro aspecto importante es que se debe poder identificar a la otra parte. Saber dónde vive, su número de teléfono… yo siempre exijo que me muestren su DNI y que me permitan fotografiarlo (lo digo antes de quedar).  Hay quien se ha negado rotundamente y en ese caso yo no he tenido ningún problema en decirle que no quiero saber nada de él. ¿Qué ocurre si al cabo de tres años me viene la policía y me dice que esas monedas son robadas o expoliadas? Si tengo su DNI me requisarán las monedas, pero al menos puedo indicar quién me las vendió. Yo lo siento mucho, pero por motivos legales y éticos me niego a pagar por monedas cuya procedencia sospeche que sea ilegal.

Es preferible quedar en un punto intermedio. Es decir, que si la distancia que nos separa son 600 kilómetros, pues lo mejor será quedar en una ciudad que diste unos 300 kilómetros de cada uno. La razón fundamental es que a mitad de camino ambos se mojan y ambos pierden si no se llega al acuerdo. Por ejemplo, imaginémonos que cerramos un trato de comprar un lote por 10.000 euros (por poner una cifra, yo no me meto en tanto) con un tipo que vive en París. Nos vamos hasta París y una vez que llegamos nos cuenta que por 10.000 no nos lo da, que lo mínimo serán 10.500 euros. No estamos en la misma situación de negociar porque si no queremos el lote a 10.500 él no perderá nada (no se ha movido de su casa) y nosotros habremos perdido el tiempo y el dinero necesario para llegar hasta París. En cambio en un lugar intermedio todos tienen lo mismo que perder en caso de que el otro sea un zorreras.

Es preferible quedar en un local público que no esté muy concurrido. En casa de la otra persona no sabes qué te puedes encontrar, pero en un lugar público lo normal es que no vaya a haber agresiones ni insultos ni nada así. Yo nunca me he encontrado en una situación semejante, pero conozco gente que sí. Pero por otra parte, tampoco es cuestión de quedar en un bar lleno de gente y sacar ahí un fajo de billetes. Las cafeterías de los hoteles suelen ser buenos lugares para quedar por lo general.

También es aconsejable llevarse «todo el equipo de casa»: balanzas, calibres, catálogos especializados e incluso algún catálogo de subasta y alguna muestra de ejemplo. La razón es poder identificar las monedas falsas y poder explicar al comprador por qué son falsas y su valor aproximado. Enrique me contó una vez que uno con quien había quedado le dijo: «pero luego no me vengas con que de este lote de veinte hay dos monedas falsas y justo son las que más valen y me pagas la mitad»; evidentemente verse engañados de esa manera es un temor razonable de aquel a quien vamos a comprar el lote. Pero claro, también puede ocurrir que justo las que más valgan sean falsas. Por eso, si le podemos demostrar que son falsas (por ejemplo pesando las monedas) y con un catálogo le demostramos que son las que más cuestan, la otra persona no debería dudar de nuestra honradez.

Por último, hay que cubrirse las espaldas de la posibilidad de que nada más llegar nos saquen una navaja y nos pidan todo el dinero. Evidentemente no voy a decir qué hago yo para evitar ese riesgo (no voy armado, que nadie se asuste) pero invito a que cada cual piense cómo cubrirse de esa situación. Por ejemplo: siempre es preferible ir acompañado.

Las monedas que ilustran la entrada saldrán a subasta el 4 de abril próximo en Numismatica Ars Classica. Se tratan de unas preciosas monedas de los caballeros de la Orden de San Juan. Las de plata son del siglo XIV y las de oro del siglo XV.

Cuando empecé con el blog escribí una breve entrada en la que enumeraba media docena de consejos que considero muy importantes y que en cierta forma he ido desarrollando a lo largo de todo este tiempo. Estos consejos no pretenden ser axiomas o imperativos morales, sino simplemente eso: consejos, quien quiera que los tome y quien no que los deje. Hoy voy a añadir uno más que no es otra cosa que una recomendación de compra.

Ya he comentado que un amigo mío llamado Enrique conoce mucha gente obsesionada con la numismática: gente que compra, compra y compra como si fuese una obsesión. Desean tener algunas monedas y eso les hace pagarlas caras, a veces incluso siendo conscientes de ello. En mi opinión eso no tiene gracia porque esos impulsos irracionales sólo pueden hacer perder dinero a la gente; además, tener una buena colección sólo a base de haber gastado mucho dinero no tiene mérito, me parece a mí. Eso lo podría hacer cualquiera (cualquiera que tenga dinero, se entiende).

De todas formas, del deseo no nos libramos ninguno y hay muchas veces que queremos una moneda y estamos dispuestos a pagar más dinero por ella de lo normal. En esos momentos yo llamaría a la calma, a parar, reflexionar y pensar si realmente vale lo que nos están pidiendo. La norma para comparar y el baremo para decidir es el siguiente:

«Comprar sólo las monedas que fuese capaz de vender por el mismo precio a medio plazo»

Está claro que si tengo que vender una moneda por obligación por necesitar dinero líquido de un día para otro, perderé dinero en cualquier circunstancia. No obstante, lo normal (si somos personas planificadoras) es que el dinero lo necesitemos al cabo de unos cuantos meses. En ese caso yo debería ser capaz de vender en unos seis meses todas mis monedas por, al menos, el precio que yo pagué por ellas.

Antes de que me lluevan las críticas he de decir que técnicamente este sistema es un asco: no pretende que las monedas de mi colección me proporcionen ningún interés y no incluye en la fórmula la volatilidad del mercado, lo cual podría hacer que aunque  hoy sea capaz de vender una moneda por 100 quizá el año que viene no sea capaz de venderla ni por 60 aunque me tire seis meses intentándolo. Por ello no debe ser visto como una regla de inversión o de especulación, sino como algo a preguntarse cada vez que vayamos a comprar una moneda. Además tiene la ventaja de que como cada uno somos capaces de vender las monedas a un precio, al seguir la regla nos aseguraremos de adquirir monedas dependiendo de lo que sepamos.

Una vez dicho esto tengo que confesar que aunque generalmente uso esta regla como freno para mis impulsos, hay ocasiones en las que me la salto y adquiero alguna moneda por capricho, siendo consciente de que la estoy pagando cara. No pasa nada si sólo lo hacemos de vez en cuando y calculando el dinero que gastamos y que previsiblemente no seremos capaces de recuperar. También tengo que decir que esta regla la sigo cuando compro monedas para mi colección; las que compro pensando en que quizá las revenda las tengo que comprar más baratas para permitir que a quien se las venda pueda seguir esta regla sin problemas.

Las imágenes de la entrada me imagino que ya las conoceréis: se trata de la moneda de 20 euros de 2011 que acaba de emitir la FNMT y que homenagea a Clara Campoamor.  No digo más sobre esta moneda porque ya sabéis mi opinión y además ha aparecido la noticia en múltiples blogs (v.g. Pertegón y Numismática Visual) y en múltiples foros (como Imperio Numismático). De entre todos, resaltaría la entrada que ha dedicado Rubén en su blog Historia y Numismática, un blog muy interesante que acaba de comenzar y que recomiendo visitar a todos los que entiendan la numismática como una ciencia auxiliar de la historia.

En los correos que me mandan los lectores esporádicos de esta bitácora los dos temas que más me preguntan es que les tase sus monedas y que cómo se limpian monedas. Sobre el tema de las tasaciones se habla largo y tendido en el blog, sin embargo el tema de la limpieza no se ha tratado todavía por el simple hecho de que yo no tengo ni idea. No he limpiado nunca una moneda ni tengo pensado hacerlo. Pero como me lo preguntáis tanto escribiré esta entrada con algunos consejillos y luego que cada cual haga lo que quiera.


Lo primero que hay que tener en cuenta es que al limpiar una moneda lo normal es que su valor numismático se pierda totalmente o al menos decrezca significativamente. Así pues, si tienes una moneda que creas que valga para algo, lo mejor es que no la limpies, porque si lo haces previsiblemente la estropearás. En caso de tener monedas de Franco circuladas, monedas del mundo o alguna otra de poco valor, entonces sí que podremos limpiarlas puesto que no tienen un valor numismático que perder.



Si la suciedad de la moneda no está «pegada» y es un simple ennegrecimiento, entonces es posible que simplemente con agua y jabón se pueda quitar. Para ello, úntate un poco de jabón de lavarse las manos en los dedos, coge con ellos la moneda y ponla bajo un grifo de agua mientras la masajeas con cuidado. Toca la moneda sólo con los dedos, no rasques con las uñas ni con otro elemento. Una vez que hayas quitado el ennegrecimiento, deja la moneda sobre una toalla y sin frotarla espera a que se seque.

Ciertamente, este método no es nada agresivo y se puede llevar a cabo sin mucho riesgo de que vayamos a estropear la pieza. Con otros métodos que requieren aplicar productos químicos hay que tener mucho más cuidado.

De entre esos productos químicos la estrella es el amoniaco. Mucha gente lo que hace para engañar a los nuevos es sumergir las monedas de plata en amoniaco y luego sacarlas y frotarlas. Quedan totalmente limpias y brillantes, aunque el brillo que tienen no original, sino uno muy feo que no gusta a los coleccionistas. Además, el amoniaco se come todos los relieves de la moneda y ésta queda para el arrastre. No obstante, hay gente que consigue engañar a novicios en la materia haciéndoles creer que esas monedas limpiadas están realmente en calidad sin circular.

Yo no recomendaría a nadie destrozar sus monedas a base de amoniaco o limpia-plata, pero si tenéis piezas de plata, estáis seguros de que no valen  más que su peso y las queréis dejar brillantes, es una técnica que podéis emplear. También es típico usar el amoniaco cuando se van a utilizar las monedas para ostentar, por ejemplo si se usan para arras de boda. En cualquier caso, tened en cuenta que un  coleccionista que entienda mínimamente siempre va a preferir tener monedas con pátina de años, aunque no brillen tanto.

Luego hay un montón de «técnicas avanzadas» de limpieza de monedas. Se podría escribir un libro sobre ello, pero yo no tengo ni idea así que malamente puedo escribir un párrafo. Hay gente que tiene métodos para limpiar el óxido de las monedas; yo siempre intento comprar piezas sin óxido y las guardo de forma que no les sale, por lo que no he tenido que limpiarlas.  También hay gente que podría escribir un montón sobre cómo limpiar monedas medievales o romanas. Ya os digo que yo no entiendo sobre el tema, pero os aconsejo que os paséis por el foro de Imperio Numismático y por el de Identificación Numismática, que cuentan con sendos subforos dedicados a la limpieza de monedas. Ahí seguro que hay aficionados que os pueden resolver las dudas más precisas.

Un último apunte es que las imágenes que forman la entrada son dos monedas de mi colección y no tengo ningún interés en limpiarlas. La primera se trata de una peseta de 1869 con leyenda «Gobierno Provisional» y la segunda 2 pesetas de 1882 estrellas (18-82). Están ennegrecidas pero tienen muy poco desgaste; a mí me gustan mucho así, quitarles ese ennegrecimiento sería quitarles buena parte de su aura. Lo más gracioso es que esa segunda moneda tiene el reverso prácticamente sin circular y con casi todo su brillo original, como se muestra en las fotos siguientes.


Ya hace algunos meses que comentamos un caso en el que alguien (previsiblemente un chaval de unos 18 años o así) intentaba sacar pelas de la numismática sin saber ni por dónde le daba el aire. Hoy traigo otro caso del que se enteró hace poco Enrique, y aunque el protagonista es más espabilado que el de la anterior entrada, su perfil es parecido y a mi entender comete ciertos errores que no está de más analizar. Seguramente venga bien la entrada para todos aquellos que intentan hacer sus primeros pinitos en la compra/venta de monedas y están un poco ansiosos por sacarse unas perrillas.

Nuestro amigo en cuestión (llamémosle Pepito) compró el 11 de septiembre de este año una peseta de 1947*50 por eBay a un vendedor con el que Enrique ya había hecho algún trato. La moneda en cuestión es la que ilustra la entrada (fotos sacadas de la venta del 11 de septiembre en eBay) y como la vio brillante Pepito la estimó en EBC y aunque no sabía muy bien su precio, pujó por ella y se la llevó por 41,50 euros más gastos de envío.

Posteriormente, Pepito buscó a alguien que le pudiera asesorar en el precio de la moneda, y no fue otro que a Enrique. Tras preparar el terreno echándole un par de piropos y endulzar el mail, le preguntó directamente cuánto pagaría por esa moneda sin decirle cuánto había pagado él por ella; pero resulta que Enrique  ya se conoce el truco de que «primero te hago creer que eres listo y guapo para luego hacer de ti lo que quiera», así que no picó e invitó a Pepito a leer esta entrada. La contestación no le sentó muy bien a Pepito y así se lo hizo saber a Enrique, pero tras unos días volvió a insistir para que Enrique le hiciera una tasación de la moneda. Enrique, para dejarle tranquilo, y sin saber por aquél entonces el precio de compra de la moneda, le dijo que si alguien le pagaba 30 euros se la vendiese, que es buen precio. Evidentemente, ese precio es irreal, como cualquier precio que diga alguien que no se moje, pero con ello ya se quedaba contento Pepito y dejaba de dar la vara.

Lo más sorprendente vino después, y es que Enrique ve esa moneda anunciada en el foro de Imperio Numismático diciendo que se escuchan ofertas por ella. Un par de aficionados principiantes a la numismática dicen que está muy bien y va Pepito y dice que estaría dispuesto a cambiarla por una pieza de oro de Alfonso XII o de Isabel II. ¡Toma ya! Enrique ya no daba crédito a sus ojos, así que le manda un mensaje a Pepito llamándole atracador, lo cual, encima, parece que sentó mal a Pepito.

Afortunadamente nadie cayó en su trampa, así que al cabo de unos días va Pepito y dice que a quien quiera se la deja en 105 euros. Sigue sin contestar nadie. Al cabo de una semana o así vuelve a anunciar que está de súper-oferta y la dejaría por 75 euros. Sigue sin quererla nadie. Quince días más tarde quita Pepito la moneda del foro y la pone en eBay por 59 euros. El viernes pasado acabó la subasta desierta y la ha vuelto a poner por un precio de salida de 49 euros, creyéndome yo que raro será que la venda.

Hasta aquí la historia. Vamos a ver si sacamos algunas conclusiones:

El primer error es tirarse a la piscina intentando sacar dinero sin conocer bien el mercado. Está claro que todos nos hemos arriesgado alguna vez en las monedas que no conocemos demasiado bien y que aunque perdamos pelas siempre sacamos una lección aprendida, pero si uno no es capaz de distinguir una pieza en EBC de una en MBC- limpiada, mejor que espere para hacer negocios.

– Lo segundo es pedir asesoramiento después de haberte tirado a la piscina.  Primero uno se entera y después actúa, es mucho más fácil de acertar así.

– Lo tercero es que pedir asesoramiento gratuito y que te siente mal si no te lo dan. El conocimiento tiene un precio, y se paga; vale que yo, y mucha otra gente, demos muchas veces gratis lo poco que sabemos, pero eso no significa que lo vayamos a hacer siempre y a cualquiera que nos venga. Sería competencia desleal hacia los profesionales. Como se suele decir «contra el vicio de pedir la virtud de no dar», y el que quiera que lo entienda.

– Lo cuarto, y lo más grave de todo, es intentar  remediar un error atracando a quien sepa menos que tú, intentando vender una moneda por 20 veces más de lo que vale. Eso sólo tiene un nombre y es ser un timador. Y, como siempre, el que actúa de malas maneras suele acabar mal; ahora estoy seguro de que ningún forero de Imperio Numismático que tenga algo de idea comprará nunca a Pepito nada.

– Lo quinto, y ya es el remate, es la poca seriedad que se proporciona: empezamos proponiendo un cambio de una moneda por un oro de Alfonso XII o de Isabel II y acabamos ofreciéndola por 49 euros. ¿Pero esto qué es? ¿Las rebajas de El Corte Inglés? Cualquiera que vea eso, aunque no tenga ni idea de numismática, se dará cuenta de que esta persona lo único que intenta es timar al personal.

Con todo esto lo que quiero decir es que mal empezamos si en la primera venta intentamos estafar a la gente. Generalmente un aficionado que compra y vende monedas suele jugar con la volatilidad (y más) del precio de las piezas y suele sacar un 15-20% de cada transacción si son monedas más o menos baratas. ¡No un 500%! Eso es una exageración. Los profesionales suelen jugar con márgenes más grandes, pero evidentemente no llegan a esos porcentajes ni de lejos.

Como siempre la paciencia es importante, y es preferible ir haciendo compras y ventas en las que se gane poco dinero (a veces incluso nada) con tal de ir aprendiendo e irse forjando una serie de contactos que confíen en ti. Alguien que te compra una moneda y queda satisfecho estará dispuesto a volverte a comprar, o quizá se lo comente a un amigo; en cambio por cada persona que times perderás al menos un contacto, y si timas a cinco personas seguidas será difícil que vuelvas a vender nada.

Me imagino que a día de hoy toda persona que haya abierto alguna vez un navegador conozca eBay, empresa de la que ya se ha hablado alguna vez en el blog. En mi humilde opinión, cuando apareció fue un pepinazo y fue capaz de adelantarse varios años a lo que se vino a llamar la Web 2.0, gracias a lo que no sólo se aprovechó cuando se formó la burbuja de las puntocom, sino que salió fortalezida una vez que la burbuja pinchó. Ahora bien, hoy en día creo que el diseño de la web es tal que no se permiten muchas funcionalidades interesantes, como podría ser la búsqueda semántica de objetos para comprar o una edición menos interactiva para la venta de objetos. En cualquier caso,  eBay ejerce el monopolio de facto en cuanto a punto de contacto vía Web para la venta entre particulares (con permiso de otras webs no tan minoritarias como Todo Colección), y saben aprovechar su poder para sacar la mayor tajada posible.

En pocas palabras, lo que eBay ofrece a los vendedores es la posibilidad de publicar un anuncio y que haya millones de clientes potenciales que vean y pujen por él. Por ello les cobra un precio por poner el anuncio (que depende del precio de salida del mismo) y un 5% del precio de adjudicación del mismo, si es que se vende. A los compradores simplemente les ofrece un lugar en el que encontrar millones de productos que venden tanto particulares como aficionados. No se les cobra nada de forma directa por comprar artículos y se les dice que tienen cierta protección y no sé qué otras pamplinas. Nada de eso es cierto por norma general, y es normal.

Ya centrándonos en el tema de la numismática es evidente que eBay no va a andar pensando en qué monedas son buenas y qué monedas son falsas, o qué vendedores son de fiar y cuáles son unos estafadores. Por eso cobran un 5% del precio de venta, y no un 25% como en el caso de las casas de subastas. Es decir, que no se da ninguna garantía sobre el producto más allá de la que dé el propio vendedor, y en general (aunque se diga lo contrario), tampoco se da garantía de que se vaya a recibir la moneda que se paga; toca al comprador tomar la responsabilidad de discernir entre los vendedores buenos y malos para no verse atracado por uno de éstos.

Realmente, hay una manera de hacer que eBay quite un anuncio de la venta, y no es quejarse en los foros de eBay, que no lee casi nadie. Lo que hay que hacer es  presentar a eBay una prueba documental que pueda ser aportada por ellos en un juicio en caso de que quien ha visto eliminado su anuncio les denuncie. En otras palabras, se debe pagar a un profesional de reconocido prestigio para que haga un informe pericial en el que se diga que una moneda es falsa, y tome responsabilidad sobre su afirmación. Evidentemente, esto no lo hará nadie sólo para evitar que otro comprador se vea estafado, así pues, es cuestión de cada uno el no salir escaldado.

Visto todo esto, parece bastante evidente que eBay en el fondo no es más que un sitio web en el que se ponen en contacto compradores y vendedores. Así pues, eBay no vende más que eso: contactos, y eso no es poco vender. Claro que también hay que ser espabilados y sacar el mayor provecho posible de los contactos realizados: por ejemplo es una práctica común, y que yo hago siempre, que una vez que un comprador gana una puja se le mande un correo para ofrecerle más monedas para ventas o intercambios. De esta manera se pueden aprovechar mejor los gastos de envío y se pueden intercambiar más monedas sin tener que pagar ni un duro a eBay ni a ninguna otra empresa.

Y si el contacto funciona ¿por qué no seguir manteniéndolo? La inmensa mayoría de los tratos que he hecho a través de eBay han sido satisfactorios, y muchas veces he repetido en un futuro con esas personas, llegando a acuerdos de compra-venta privados. De hecho, ahora mismo cuando adquiero piezas nuevas se las ofrezco a varios antes de ponerlas en eBay, lo cual es casi la última opción. Del mismo modo, hay gente que cuando ve que una moneda la tengo en eBay y le gusta, me manda un correo para ver si llegamos a un precio de venta privada y en tal caso quito la moneda de la venta. Evidentemente no lo hago si la moneda ya tiene pujas. Y también está claro que no siempre llegamos a un acuerdo, como en este caso.

Así pues, queda visto que hay que sacar provecho a los contactos que se hagan por eBay. A pesar de ello, hay gente que prefiere comprarlo todo por eBay a pesar de que salga más caro. Es decir, que si tienes una moneda por 50 euros en eBay y le mandas un correo ofreciéndosela por 47 euros, prefiere pagar 50 y hacerlo a través de esa web. No entiendo muy bien el por qué, pero ya me he encontrado algunos así; la única razón que se me ocurre es que les gusta que después les votes y aumenten su puntuación, aunque eso no deja de ser un juego de niños.

Las imágenes están sacadas de la subasta de Hess Divo del pasado 28 de octubre. Se tratan de monedas de oro medievales francesas: 1 Masse d’or de Felipe IV,   1 ecu d’or à la chaisse de Felipe VI, 1 franc à cheval de Juan el Bueno y un franc à pied de Carlos V.

Roberto hizo su primera aparición en el blog en la entrada de «Volatilidad del precio con respecto a la rareza» escribiendo esto:

Es mi primer comentario en el blog,y espero que sirva de algo para muchos coleccionistas.¿Precio,demanda,inversión? Yo colecciono moneda antigua,imperio romano(principalmente)y picoteo algo de Borbones y Centenario.

Al grano,como mucha gente con la entrada del euro se nos habrió una nueva forma de coleccionar estilo “fasciculos”,cada mes visitar el puesto de turno para adquirir las novedades,han pasado algunos años y ahora quiero poner en el mercado las monedas de 2 euros conmemorativos que guarde para, supuestamente, numismaticos que me aconsejaron “invertir”en euros

.El problema es que con la crisis nadie va a soltar lo que realmente valen las,alrededor de cien,monedas de 2 euros pero lo peor es que los mismos numismaticos que me aconsejaron y otros,no me las compran a más de un euro más su valor facial(la mejor oferta),las corrientes,y a 10 -15 euros Finlandia 2004,Eslovenia 2007-tratado de roma- etc..

Por no hablar de las de Vaticano y San Marino que no me dan ni la tercera parte de precio catalogo,su respuesta es que hay crisis,que tienen muchos cartuchos de todos los años,etc

Conclusión,te das cuenta ,que la moneda que era rara ya no lo es,que monedas que te venden a 35-40 euros y te dicen cogela que se acaban,resulta que no te dan ni la mitad, porque todos tienen cartuchos.

En fin,que te gastas un dinero en monedas para “invertir”,pierdes mas de la mitad de lo invertido,pero lo peor es que el mercado esta saturado de estas “monedas”.Que listos.

Para terminar,decir que fue el articulo escrito por Adolfo, -no se puede invertir en moneda conmemorativa-,el que me hizo despertar la curiosidad de comprobarlo.

Más vale tarde que nunca.

Antes de nada tengo que dar las gracias a Roberto por el comentario. Estas son las cosas que me hacen creer que este blog sirve para algo y que no estoy pregonando en el desierto. Además, su experiencia puede ayudar a más gente, lo que nunca está de más.

Sinceramente, me sorprende el camino seguido por Roberto, porque es raro que alguien que coleccione moneda romana y española acabe coleccionando euros (mucho más normal es al revés), pero eso es lo de menos. La cuestión es que yo detecto aquí un par de errores de fondo, y no es que sea yo el auditor de nadie, pero en mi opinión hay un par de cosas que Roberto hizo mal y de las que, por suerte, se ha percatado:

  • Confiar en el asesoramiento de gente que tiene interés en que el gaste dinero en euros. A este tema ya se ha dedicado una entrada, pero en resumidas cuentas viene a ser que el numismático que vende euros te va a intentar convencer de que los euros son la mejor inversión, más que nada porque será él quien te los venda.
  • Creer que se puede sacar un beneficio por el mero hecho de almacenar monedas. Otro tema que también ha sido tratado en el blog.

El mercado de la numismática es muy extraño: tiene unas cargas extremadamente altas, es razonable que un intermediario se lleve entre un 20% y un 30% (esto se tratará otro día, pero aquí tenéis un adelanto), fluctúa mucho… no es sencillo. Pero es esa dificultad la que permite que se pueda sacar un beneficio. El simple hecho de comprar monedas a un comerciante, esperar 30 años y volvérselas a vender a un comerciante no hará ganar dinero a nadie (ya se vieron casos drásticos). Si alguien hace eso por dinero, yo le recomiendo que deje la numismática y compre acciones de alguna empresa importante, lo normal es que le vaya mejor.

Para poder invertir en numismática hay que estar metido dentro del mercado; hay que saber qué comprar, a quién comprárselo y a qué precio. También hay que saber a quién vendérselo y a qué precio. Tan importante es una cosa como la otra, ninguna de ellas es sencilla y yo diría que no se puede saber una cosa sin la otra. Si con ir a una numismática y comprar lo que nos digan sacaríamos un buen interés ¿quién no invertiría en monedas?

Por eso creo que es un ejercicio súper importante el hecho de comprar unas piezas para después intentar venderlas. No tienen que ser unas piezas muy caras (pongamos 30 euros/pieza), ni tampoco tienen que ser muchas (pongamos cinco piezas). Simplemente hay que comprarlas cuando creamos que nos las ofrecen baratas e intentar revenderlas, en el momento o pasado un tiempo, a ver si somos capaces.  Si resulta que somos capaces de revenderlas a 35 euros, pues ya conocemos gente que nos las compra y a qué precio las compra: nos vamos haciendo un hueco en el mercado y vamos teniendo contactos.

Si resulta que todo lo que nos ofrecen por ellas son 25 euros, pues habremos perdido un poco de dinero, pero habremos aprendido una lección que evitará que lo sigamos perdiendo. Esto también es importante porque esas lecciones son realmente valiosas y si de verdad las interiorizamos harán que no caigamos otra vez en el mismo error. Mucha gente, y eso es lo que más pena me da, cuando se sienten engañados cogen asco a la numismática y no quieren volver a saber de ella. No se dan cuenta de que ahora ellos son mejores numismáticos que antes porque han aprendido una lección de la que pueden sacar partido.

Como corolario, yo recomendaría a cualquiera que  pretenda hacer una colección con idea de invertir que no compre monedas y las guarde, sino que las compre y las venda; una vez que controle el mercado que empiece a guardarse las monedas que considere. Evidentemente, el que coleccione por puro placer, pues que se haga la colección que más le guste, pero que no lo vea como una inversión.

Las monedas que ilustran la entrada están sacadas de Wikipedia y son piezas de 2 euros conmemorativas: Finlandia 2004, Vaticano 2004, San Marino 2006 y Eslovenia 2007.

Es muy típico que la gente tenga un bote con monedas antiguas, guardadas en un rincón de la casa y que nadie ha mirado en los últimos cuarenta años. De repente, algún día se interesan por ese bote y también por el precio que puedan tener las piezas, no vaya a ser que tengan la suerte de que suene la campanada y saquen una propina. La situación es tan normal que hay mucha gente que llega hasta mi blog consultando en Google por el valor de sus viejas pesetas. Entradas como esta son de las que más visitas tienen.

Mucha gente al encontrar las monedas va a mercadillos a preguntar por el precio de las piezas, y generalmente no valen para nada, así que van de tenderete en tenderete hasta que se dan cuenta de que las pueden tirar al río, que sacarán lo mismo por ellas. Las pocas veces que los comerciantes encuentran piezas que valen para algo, se las compran a peso y no les pagan casi nada por ellas. Es normal.

Pero los más jóvenes, y los que utilizan Internet para consultar absolutamente cualquier cosa que no sepan,  acaban consultando en Google cómo tasar sus monedas. Tras leer un rato se dan cuenta de que no es tan fácil como parece, y es por eso por lo que ya llevo unas cuantas entradas dedicadas a las tasaciones. Hay veces que consultan en foros de numismática, como éste o éste, y siguen dándose cuenta de que es difícil.

He aquí la respuesta que di a una mujer que preguntaba aquí por qué hacer con un puchero de pesetas de Franco y del rey que tenía en su casa (me curré la respuesta y encima la mujer se lo tomó a mal, hay gente para todo…):

antes de nada, echa un vistazo a esto

En principio ese puchero no vale demasiado, lo siento si te desilusiono Si están en un puchero olvídate de encontrar nada en calidad sin circular.

Si quieres venderlas tienes tres opciones:

Opción A –> deshacerte de ellas, vendérselas a un aficionado (o a un profesional) que le gusten los errores, que será lo que más pueda interesar. A 8 euros el kilo de pesetas lo vería un precio interesante.

Opción B –> separar las monedas de 1947 y de 1953, tirando el resto de las monedas que haya. De entre las monedas que has apartado separa las que se vea algún número en ambas estrellas de las que hay a los lados de UNA en el reverso (tendrás que usar para ello una lupa). En las que no se vea nada, apártalas junto a las que quitaste antes, las que se vean estrellas son las interesantes. Hay gente interesada en las «interesantes» que has sacado, 30 euros por cada 100 monedas de ese estilo puede ser un precio interesante. El resto puedes venderlas a 4 euros el kilo… si es que te los pagan…

Opción C –> ponte a mirar una a una, interésate por conocer errores (¿que qué es un error?… madre mía, estás muy verde… quizá pierdas mucho tiempo si decides esta opción). Una vez que hayas apartado las monedas que pueden valer algo descubre su precio y busca compradores. ¿Te diré yo su precio y a quién vendérselas? No, éstos son mis motivos.

Yo sinceramente, aconsejaría a todo el mundo que no tenga especial interés en la numismática que se decante por la Opción A, puesto que la probabilidad de encontrar una pieza que merezca la pena será muy baja y el tiempo que hay que invertir es bastante alto. Evidentemente, si en el lote hay monedas de oro y plata la cosa puede cambiar. Aunque tampoco hay que esperar que se tenga una joya.

Si resulta que el lote no es de moneda española del siglo XX, sino de moneda mundial del siglo XX, pues para el caso lo mismo: raro será que alguna moneda cueste dinero. De todas formas, ahí hay una ventaja y es que se puede regalar el lote a algún niño y con él seguro que pasamos un buen rato.

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