Parece que ha gustado mi última entrada en la que comento un poco los tipos que nos podemos encontrar delante de los mostradores en los mercadillos de cualquier plaza. Hoy toca hacer lo propio con lo que nos podemos encontrar detrás de los mostradores, aunque la clasificación es más difícil. Pero bueno, vamos a intentarlo que para eso estamos. Voy de los que menos confianza me suscitan a los que más:

El chatarrero: esto son gente que tienen desplegada una manta con diez mil cosas que se han encontrado en contenedores y escombreras. Hay desde una muñeca sin cabeza hasta una caja llena de clavos usados. No hay nada que sirva para nada, pero sorprendentemente siempre hay gente alrededor preguntando por el precio de un ítem oxidado. Muchas veces entre tanta chatarra tienen una bolsa con monedas de cobre o aluminio. Nunca he perdido ni veinte segundos en mirarlas.

El chatarrero plus: es como el anterior pero más simpático. Si te ve pasar te pregunta que si andas buscando algo, y cuando le dices que monedas te enseña la bolsa roñosa que tiene. Le dices que no te interesa, que vas a por monedas mejores y entonces te dice que te acerques, que tiene unas piezas buenísimas que las compró en una convención y que como le hace falta el dinero te las deja por sólo 1.200 euros (verídico, a mí me ha pasado). Evidentemente lo mejor es salir corriendo.

El que engaña y limpia: estos son los elementos que más detesto porque su negocio se basa en engañar a los aficionados que no tienen mucha idea y que cuando descubren que se han dejado una pasta en monedas falsas o limpiadas, agarran asco a la numismática y dejan la afición. Suele ser gente que tiene monedas romanas clarísimamente falsas y monedas de El Centenario limpiadas que cuelan como si estuvieran en SC. Su estrategia es como la de tantos vendedores de eBay: es tan evidente que estas monedas son falsas que si no te das cuenta es que no tienes ni idea, por lo que te voy a sacar los cuartos.

El carero:  tiene moneda decente pero unos precios de escándalo. Ves piezas que tú vendes por 40 euros que las ha puesto en 110 con la esperanza de que, después de un regateo, la pueda vender en 80 euros. Miras sus piezas y cuando te dice que si te interesa algo le saltas «a estos precios evidentemente no», lo que suele venir acompañado de un «pues no son nada caras, es que tú no entiendes y no sabes apreciarlas», seguido de un intento de humillarte para hacer creer a los demás compradores que no les intenta engañar. Un día dedicaré una entrada a estos pendejos.

El no chorizo:  en esta categoría caen muchísimos. Es más que sabido que en los mercadillos hay que tener mucho cuidado porque muchos de los vendedores, de una forma u otra, intentan engañar. Bueno, pues al 80% de los comerciantes de un mercadillo les oirás decir «aquí casi todos son unos ladrones, yo soy el más honrado de la plaza». Cada vez que oigo eso ya me ando con cuidado con ese tipo.

El entendido y envidiado:  este es un subgrupo del anterior. Es un tipo que espera a que le digas qué coleccionas para soltarte que él es el profesional más especializado en ese tema en toda España. Suena ridículo y poco humilde, pero así te lo salta. Da igual que digas que coleccionas euros, que moneda de Franco, que americanas… como si le dices que te dedicas a las botellas de gaseosa: él es que más entiende. Además, después de esa te suele soltar que a él le envidia toda la plaza (que por cierto, casi todos son unos chorizos) y no le envidian por lo guapo que es, sino por lo mucho que entiende de monedas y lo bien que le va el negocio.

Los fantasmas: ésta es la versión profesional de los falsamente entendidos. Intentan ser uno de los del último grupo sin serlo y te saltan unas fantasmadas que no se las creen ni ellos. Por ejemplo, yo pregunté por dos pesetas de 1947 en calidad SC a un tipo y me saltó que tenía 17 cartuchos de cada una de ellas (por si alguien no se hace a la idea, esos cartuchos costarían en torno a 100.000 euros).

El aficionado: no entraría dentro de la categoría de profesionales por motivos obvios, pero es un aficionado que se ha llevado sus monedas, una mesa e intenta cambiarlas o venderlas. Poner una mesa en un mercadillo es barato (y a veces se ponen sin permiso del ayuntamiento) y suelen ser gente que intenta sacarse cuatro duros sin mucho margen de beneficio. Lo malo es que rara vez tienen piezas decentes.

El de las monedas contemporáneas: son gente que van a por los que están a la última, y sólo a por ellos (es increíble que haya los suficientes aficionados de ese estilo como para alimentar a tantos profesionales así). Tienen euros de un montón de países, algunas conmemorativas y quizá moneda del Rey o billetes del mundo, pero no le preguntes por nada más. No saben ni lo que es un sestercio, ni al precio que está el oro ni quién era Carlos III. Se dedican a vender monedas como quien vende botones: el mayorista se los vende a un precio y ellos lo venden al precio de catálogo o un 10% más barato. Me sorprende cómo puede haber profesionales de la numismática que no tengan ni tan siquiera una cultura general del tema histórico.

Moneda buena y precios algo elevados: esto no es lo mismo que el de «el caro». Simplemente es gente que tiene moneda de calidad, pero los precios están entre un 20 y un 30% más caros de lo normal (y no un 200%). Generalmente lo hacen porque dan por supuesto que van a intentar regatearles. Si son buena gente la valoración de la moneda es apropiada, es decir, que pondrán como EBC+ lo que realmente es EBC+, y no un MBC+, cosa típica del que intenta engañar al principiante. Lo mejor con ellos es coger una moneda y decirles «me interesa, ¿por cuánto me la dejas?», y si se lo dices serio y ven que tus intenciones no son el regateo, entonces te darán un precio razonable.

El precio justo: son gente que tiene monedas decentes pero que no permiten ni regatear un euro, lo cual a mí me encanta. El precio que pone suele ser muy ajustado y hay veces que se encuentra con ellos monedas interesantes a precios más que razonables (vamos, que dejándote un margen de beneficio). Si pone 32 euros no intentes sacársela por 30 porque no te la venderá. A mí me parece una política excelente e intento seguirla yo mismo.

El verdadero profesional: estos no suelen abundar. Son gente que tienen buenas piezas y son profesionales que manejan mucha pasta, aunque también suele ser normal que tengan algunas piezas más baratas o moneda actual. Si están en el mercadillo no es para hacer dinero de forma directa, de hecho suelen vender muy poco, pero les compensa porque así les conoce gente. Es muy normal que cuando alguien empieza vaya a los mercadillos, y ya se dan a conocer a esos aficionados. Al cabo de unos años, unos pocos de esos aficionados son gente que se podrá dejar 1000 euros en una moneda, y eso es lo que más les interesa a ellos. Es decir, que para ellos el mercadillo no es más que una forma de hacer contactos.

Las imágenes se corresponden a piezas que se subastarán en la próxima subasta de Nudelman Numismatica el próximo 6 de junio. Son todas monedas Húngaras, a mí me gustan especialmente las medievales, con el rey que parece que está listo para saltar al combate. Se tratan de  tres Goldgulden, uno de 1446, otro de 1532 y otro de 1555 y dos taler, uno de 1779 y otro de 1853, respectivamente.