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Para hoy tenemos la receta de cómo pillar a un pardillo con el timo de los denarios búlgaros. Básicamente es la versión numismática de la estafa nigeriana y también se puede entender como el timo al codicioso, pero en este caso el codicioso es el comprador y el timador vendedor. También hay que aclarar que a esta receta se la pueden buscar variantes como los sestercios croatas, los duros mejicanos… ¡sed creativos!

INGREDIENTES:

– Un pardillo  ciego de codicia con prisa por «invertir» una suma interesante de dinero en numismática.

– Un puñado de denarios auténticos de baja calidad.

– Algunos denarios de calidad calidad media/alta.

– (Opcional) Una cantidad importante de denarios falsos. Unos 1000 será suficiente.

– (Opcional) Contactos con alguna pandilla en Bulgaria.

– Catálogos de subastas nacionales y/o internacionales.

– Acceso a Internet y/o teléfono móvil.

– Una botella de güisqui decente.

– Un palillo.

PREPARACIÓN:

Lo más difícil es encontrar un pardillo y prepararlo bien.  Los mejores lugares para encontrar pardillos son los mercadillos o los foros de numismática, aunque también se los encuentra uno en los bares. Una vez que tienes a tu pardillo tendrás que convencerle de que los coleccionistas de monedas somos todos gilipollas y él es más listo que todos nosotros, por lo que puede vendernos unos denarios tres veces más caros del precio que los compre. Hacer entender eso a tu pardillo es lo más complicado del proceso. Algunos ya vienen así de serie, pero lo normal es que cueste que se lo crea. Cuando lo consegues ya tienes un pardillo codicioso.

Una vez que la codicia se ha hecho dueña de tu pardillo hay que dar el siguiente paso: hacer que el pardillo confíe en nosotros. Este paso es mucho más fácil que el anterior. Lo único que hay que hacer es quedar un día con él, para proponerle un negocio. Primero le invitas a un güisqui para que el alcohol le predisponga y le cuentas el siguiente cuento:

Resulta que yo tengo unos contactos en Bulgaria que tienen una empresa para extraer restos arqueológicos. Son una gente estupenda que me mandan lotes grandes de denarios que luego yo me dedico a revender por aquí. ¿Conoces al vendedor X? ¿Conoces al vendedor Y? ¿Y al vendedor Z? ¡Pues todos ellos me compran a mí los denarios para luego venderlos a sus clientes!  Fíjate en todos estos catálogos de subastas. ¡Todas estas monedas las he mandado yo! Y más aún que mandaría si me dejasen. Pero no te vayas a creer que las mando todas, las buenas me las quedo. Fíjate qué colección más maja de denarios me estoy haciendo ¡¡y con las que me sobran saco tres veces lo puesto!!

Si el paso anterior lo has hecho bien, tu pardillo codicioso debería estar con los ojos como platos y suplicándote que le vendas a él también denarios para venderlos por eBay o en su pueblo, donde justamente tú no tienes a nadie que te los compre. Le invitas a otro güisqui y quedas con él que le preparas un lotecillo «para ir probando» (esto es lo normal, pero en casos de codicia extrema te puedes saltar este paso e ir directamente al siguiente).

Al día siguiente quedas con tu pardillo codicioso y le das un puñado denarios «para que vaya probando» a 15 euros/pieza. Le asesoras un poco y le explicas que debería poderlos vender a 30-40 euros cada uno. El pardillo los pondrá en eBay o se irá al mercadillo de su ciudad y a mal que se le dé, conseguirá sacar el doble de lo puesto en un par de tardes. Ahora su codicia ha aumentado y su confianza en ti también. Ya está preparado para el estacazo.

Cuando el pardillo está preparado para el estacazo es él quien te llama para que le des más denarios. Momento en el cual hay que quedar para tomar otro güisqui y contarle otro cuento:

Resulta que me han ofrecido un lote estupendo de denarios y lo vamos a comprar entre muchos comerciantes de España. Si quieres entrar en el negocio tiene que ser por un mínimo de 1000 denarios. Eso sí, serán de muy buena calidad y a 15 euros/pieza. Los puedes pagar cuando te los entregue pero me tienes que dar una fianza de 3.000 euros

Tu pardillo te da el dinero y tienes dos opciones, dependiendo de si tienes los denarios falsos o no: o bien te quedas con los 3000 euros que te ha dado y no vuelve a saber de ti, o bien le das los denarios falsos por otros 12.000 euros más.

Otra opción de menor guante blanco pero que también funciona es contarle otro cuento:

Resulta que me han ofrecido un lote estupendo de denarios, pero tengo que ir personalmente a Bulgaria a recogerlos y no puedo por motivos de trabajo. Mira a ver si vas tú y te quedas con el lote. Les pagas a ellos 10.000 euros y a mí otros 2.000 cuando llegues por el favor, en total te darán 1.500 denarios

Cuando llegue a Bulgaria tu contacto será un pandillero barriobajero que le quitará los 10.000 euros con  la menor violencia posible.

La fase final es la más divertida. Como buen español, después de timar, robar o estafar hay que contarlo en un bar. Si no es como ligarse a semejante rubia despampanante y que no se enteren tus amigos. ¿Y qué mejor manera de contarlo que teniendo en la boca un palillo?

Para hoy tenemos bacalao, así que recomiendo encarecidamente a quienes vayan a poner comentarios a la entrada dedicándome sus insultos más irracionales que se abstengan porque no se las publicaré. Eso no quita que cualquier opinión o crítica razonable pueda hacerse. Faltaría más, ya sabéis que me encantan.

Dicho esto, vamos a lo que vamos: el expolio, una práctica que ha hecho muchísimo daño a los estudios arqueológicos y al patrimonio histórico de nuestro país. No hace falta más ver la entrevista a Eloisa Wattenberg o ver este estupendo documental sobre el asunto que me recomendó José Luis. Aún así, hay gente que expolia, que compra piezas expoliadas o que emite facturas falsas y encima chulea de ello, como si no fuese igual (o peor) que robar. Yo no soy quién para dar lecciones de ética y comportamiento a nadie, pero aquí voy a exponer unos argumentos con los que espero contribuir a que los coleccionistas no tratemos igual las monedas independiéntemente de si su origen es legítimo o no.

Lo primero que debe quedar claro es que expoliar es una práctica absolutamente ilegal. Está clarísimamente tipificado en la Ley de Patrimonio Histórico Español, cuyo artículo 42 dice que «toda excavación o prospección arqueológica deberá ser expresamente autorizada por la Administración competente». «Excavación» no significa que haya que llevar maquinaria pesada y hagan falta 200 personas para ello; un tipo con una pala puede excavar, y por tanto realiza una excavación. También se indica que «serán ilícitas y sus responsables serán sancionados conforme a lo dispuesto en la presente Ley, las excavaciones o prospecciones arqueológicas realizadas sin la autorización correspondiente». Además, en el artículo 44 se dice que «son bienes de dominio público todos los objetos y restos materiales que posean los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español y sean descubiertos como consecuencia de excavaciones, remociones de tierra u obras de cualquier índole o por azar». Otra cita que quiero resaltar es del Código Civil, donde se indica en su artículo 351 que «El tesoro oculto pertenece al dueño del terreno en que se hallare. Sin embargo, cuando fuere hecho el descubrimiento en propiedad ajena, o del Estado, y por casualidad, la mitad se aplicará al descubridor».

En resumidas cuentas, el que está expoliando está robando patrimonio de todos y como un ladrón debe ser tratado. Ahora no faltará quien diga, como ya me han dicho, que la ley está mal. Claro, está mal para lo que interesa. ¿A que si prendo fuego a su casa querrá que me juzguen y no considerará que la ley está mal?  Pues hay que estar a las duras y a las maduras, hay que cumplir todas las leyes, no solo las que nos interesan. Y si tan malas son las leyes de este país, tienes otros muchos donde ir a vivir, como hubiese dicho Sócrates (quien, pudiendo escaparse, bebió cicuta para cumplir la ley de Atenas, aunque él la consideraba injusta). De todas formas, no seré yo quien defienda las leyes actuales contra el Patrimonio Histórico, puesto que yo creo que actualmente tenemos una laguna legal al respecto que habría que subsanar para que se endurezcan las penas (y no soy el único que tiene esa opinión).

Pero es que además de robar, el que expolia está destrozando evidencias históricas que ya nunca podrán ser recogidas, catalogadas, estudiadas y de las que posteriormente se podrían sacar conclusiones. Si las excavaciones realizadas por los arqueólogos son tan lentas y costosas es justamente porque tienen que seguir una metodología concreta para la extracción de las piezas. En cambio, el que expolia llega y se lleva lo que pilla sin más miramientos, sin pararse a pensar si destroza algo y, por supuesto, sin documentar nada. Por eso los expoliadores y los que comercian o compran material expoliado no son amantes de la arqueología y de la historia, como a veces dicen, sino todo lo contrario: son gentuza que además de robar nuestro patromonio nos privan para siempre de conocer más cosas del mundo antiguo.

Espero que consideréis, como yo, que éstos son grandes argumentos  en contra del expolio. Pero ahora viene la siguiente pregunta: ¿y también está mal comprar monedas expoliadas si el daño ya está hecho?

Pues sí. Lo primero es porque puedes tener problemas.  Lo segundo es porque el dinero que estás gastándote al comprar una moneda expoliada no va precisamente a una ONG, sino que sirve para alimentar y subvencionar a los expoliadores. Es el mismo motivo por el que yo nunca he consumido drogas ilegales: ¿dónde va a parar el dinero que me gasto? No podemos mirar hacia otro lado y dormir tranquilos. Claro que comprar monedas expoliadas es más barato que hacerte con piezas con su correspondiente factura, pero luego habrá que pensar por qué.

Otra excusa típica que suelen poner los que expolian (sobre todo a pequeña escala) es que  España cuida muy mal su Patrimonio Arqueológico. Pues sí, eso es cierto, pero por eso no tienen derecho a robarlo. ¿O es que si yo considero que cuidan mal de su colección de monedas puedo entrar en su casa, destrozar todo lo que vea hasta encontrar la colección y luego llevármela? Evidentemente no. A lo mejor esos mismos se quejarían si aumentasen los impuestos para cuidar el Patromonio Arqueológico Nacional. ¿O es que se piensan que es barato?

Luego está la excusa del que se hace el novato cuando quiere. Llega y te salta eso de «pero es que yo no sé diferenciar una moneda expoliada de una que no lo es». Se ve claramente: las monedas expoliadas tienen generalmente gran cantidad de tierra. Cuando vas a la Plaza Mayor de Madrid y ves puestos donde todas las monedas que tienen están llenas de tierra… vamos, que más claro agua. También me podréis decir que cómo se sabe si un profesional de prestigio o una casa de subastas no te está vendiendo una moneda expoliada.  Pues es muy fácil, sólo tienes que pedir factura. En las casas de subastas vienen todas las monedas con factura, y en las transacciones privadas se puede pedir si tienes delante a un profesional. Cuando se compran monedas a otro aficionado o a alguien que las ha heredado se le puede pedir que al menos nos deje ver su DNI, de forma que si algún día hay un problema con esas monedas al menos se pueda identificar quién las vendió.

No me malinterpretéis, no estoy diciendo con esto que todas las monedas que aparecen en subastas tienen un origen legítimo, ni que cualquier cosa que nos dé un profesional con factura no haya salido de la tierra. Seguros no podemos estar nunca,  pero sí que podemos tener sospechas. Cuando compro a gente seria no tengo ninguna sospecha de que lo que adquiero sea expoliado o robado, y si me surgen dudas razonables entonces no lo compro por barato que sea. Si al cabo de unos años resulta que me viene la Guardia Civil y me dice que aquello que compré era expoliado, pues lo único que me pueden hacer es requisarme la mercancía y ya me encargaré yo de denunciar al comerciante.

Luego están los expoliadores que te saltan esa de: «no, si yo no expolio, yo no busco tesoros, yo sólo busco algunos denarios romanos». Claro, ¿y qué son esos denarios más que un tesoro? ¿Acaso no excavas para encontrarlos? Vale que no te hayas metido en una excavación arqueológica, pero claramente estás expoliando. No puedes ir con el detector y decir que te has encontrado un denario «de casualidad». Y si de casualidad nos encontramos un denario hay que llevarlo a la autoridad competente. Hacer cualquier otra cosa es robar.  Evidentemente, en este grupo no caen esos aficionados que tienen un detector, licencia para rastrear en cierto terreno y que lo hacen de forma totalmente legal. No es lo mismo y no hay que buscar excusas.

Con todo esto creo que ya he dado argumentos más que suficientes de por qué considero ilícito expoliar y comerciar con material expoliado. Espero haber convencido a algunos. A otros seguro que les entra por una oreja y les sale por la otra y estarán pensando eso de: «a mí me da igual, mientras me saque un dinero…». Allá ellos, pero que piensen que el vendedor de droga, el político corrupto, el que roba tendido de cobre y demás pandilla están en su mismo saco. Gente a las que sólo buscan ilegalmente su propio beneficio sin importarles lo más mínimo el daño que hacen a la socidad.

Las imágenes están sacadas de diversas noticias relacionadas con detenciones a redes de expoliadores: una, dos y tres.

Por cábalas de la vida ha caído en mis manos esta moneda


Se trata de un supueto sestercio de Julia Domna Augusta que aunque no es muy raro no es precisamente barato. Y si digo «supuesto» es porque, aunque lo parece, no lo es: se trata de una moneda falsa. Que nadie se enfade todavía, que no pienso venderla ni intentar engañar a nadie con ella, que yo seré pobre pero muy honrado.

Quizá un experto ve las fotos de arriba y es capaz de detectar en el momento la falsedad de la pieza, pero me juego un duro a que a la mayoría de los que no entendemos mucho de moneda romana nos la hubiesen colado como buena si sólo nos dan las fotos del anverso y del reverso. En cambio, si observaos el canto de la moneda tendremos más pistas sobre el origen de la pieza. Os dejo un par de fotos del canto:

Si nos fijamos bien se pueden observar unas estrías que recorren el canto. Esas estrías son restos del proceso de fundición y son características de monedas que han sido falsificadas por el método de fundición por microfusión, que es la forma más común de fabricar monedas no originales hoy en día. Por si alguien no las ve bien, os remarco en estas otras fotos los contornos de las estrías.


Ya estaréis pensando que la aparición de las estrías es fruto de una falsificación descuidada, y que si hubiera sido falsificada con más esmero se hubiesen podido quitar. Es cierto, pero para quitarlas generalmente es necesario limar el canto. Por eso, un canto con limaduras también es un síntoma de que la pieza es falsa, tanto en moneda antigua como en la numismática contemporánea.

Espero que este truco sirva a  muchos y que miréis bien el canto antes de comprar una pieza. El canto es la tercera cara de la moneda y es la que más información suele proporcionar para detectar las falsificaciones porque al ser la que menos mira la gente suele ser la más descuidada (hay más gente que opina lo mismo). Por otro lado, vuelvo a dar el consejo de siempre: al comprar monedas, sobre todo si son caras, lo mejor es adquirírselas a alguien de confianza para evitar sustos.

Comenzamos esta temporada destripando a unos de los personajes más oscuros de los aficionados a la numismática: los cholleros. Los cholleros son estos tipos que nos encontramos por los mercadillos y convenciones  buscando «chollos». Van de listos y además lo dicen abiertamente: «yo sólo compro monedas cuando están a muy buen precio», para luego carraspear, sacarse una del bolsillo y soltarte esa de: «fíjate, el otro día se pagaron 500 euros en una subasta por una pieza como esta pero en peor estado. A mí me ha salido por 35».

Lo peor es de estos tipos es que suelen hacerse amigos de los novatos, simplemente porque son los que más susceptibles son a proporcionar chollos debido a su falta de conocimiento. Además, hay novatos que escuchándoles se creen que esto de la numismática es miel sobre hojuelas y pretenden hacer, ellos también, negocios de esa clase. Cuando esto ocurre en la mayor parte de los casos se resuelve con que le timan al novato un montón de veces, y una vez que se da cuenta deja la numismática y se queja de que todos son unos chorizos. Y es que, como dice Luis, buscar chollos es la mejor manera de exponerse a ser timado.

Vamos a ser un poco razonables: ¿creéis que alguien que se dedica a la numismática de forma profesional va a vender una moneda por la cuarta parte de lo que vale? ¿acaso su familia vive del aire? ¿los impuestos se pagan solos? No, evidentemente no. Es posible que tenga un error y se le escape una pieza que no haya tasado correctamente, pero eso es algo rarísimo más que nada porque el profesional vive de ello. Yo, con mis propios ojos, nunca he visto un caso así.

Pero resulta que el chollero lo que quiere son monedas a mitad de su precio o incluso menos, así que pasa de los comerciantes honrados que intentan ajustar sus precios al mercado. Les dicen: «sí, las monedas están bien… pero esos precios son muy muy altos». Como los comerciantes ya les conocen y saben de qué pie cojean, no pierden demasiado tiempo con ellos; simplemente les dicen que no les bajan ni un duro y que si no le interesa no pasa nada.

Al final siempre topan con alguno que les ofrece un chollo. Chollo que sería tal si no fuese porque la moneda es falsa, troquelada, manipulada… son las monedas que algunos ofrecen en cuanto ven la codicia en los ojos del chollero. Y casi seguro que la pieza que había comprado a 35 euros costando más de 500 sea de éstas. Lo único bueno de esta historia es que el chollero timado no me da ninguna pena. Es un tipo que se intenta aprovechar de todo el mundo y que chulean de los timos que han perpretado. No pueden quejarse si a ellos les dan el palo.

La moneda de la imagen son unos rarísimos 64 marcos de 1609 acuñados en Estocolmo bajo el reinado de Carlos IX. Sale en la próxima subasta de Künker por 30.000 euros. Si alguien os la ofrece por 100 euros, es que es falsa.

Este reportaje lo han echado en los Informativos Telecinco de hoy. En su página web podéis ver el reportaje que han echado en el telediario de las 15:00. Aquí os dejo el que han transmitido por la tarde. Gracias Dani  por grabar y pasarnos el vídeo.  La reacción no se ha hecho esperar, hoy este blog ha tenido más del doble de visitas que un día normal. Copio la noticia de la web de Informativos Telecinco:

¿Cuánto vale una moneda? 

Puede parecer una pregunta absurda. La respuesta sería lo que marca su valor, pero no estamos habando de monedas en circulación sino de piezas de coleccionistas.

Llegó la crisis y se fue el dinero y es entonces cuando las antiguas piezas sin ningún valor de mercado florecieron de la nada. Muchos son los que tasan las antiguas colecciones que el abuelo dejó en un cajón para obtener un poco de liquidez y así salir de los apuros.

Pero no se engañen, las viejas monedas llenas de polvo no siempre son tesoros, es muy difícil encontrar algo de valor. «El problema es que cuando se hereda una colección nunca se dejan precios ni valores orientativos. Lo mejor para no encontrarse con sorpresas es que las lleven a tasar a la Asociación Española de Numismaticos Profesionales (AENP)» nos lo dice su presidente, Adolfo Cayón, uno de los expertos con más prestigio de nuestro país.

Y para evitar sorpresas, hemos hecho un experimento. Nos hemos ido con unas piezas que nos ha prestado un coleccionista a la Plaza Mayor de Madrid, uno de los núcleos más importantes de compra-venta de monedas antiguas.

Llevamos con nosotros una moneda de Franco, del año 47, que en la estrella que tiene en su dorso está escrito el número 56, una moneda muy rara valorada en 800 euros; un céntimo de 1911 con el brillo original que no estuvo en circulación, su valor es de 100 euros. Dos reales valorados en 140 euros. Un duro de Amadeo de Saboya, con la rareza que en su estrella pone el número 73. Cuesta 500 euros. Y por último, una moneda de dos pesetas de Alfonso XII de 200 euros. El valor de lo que llevamos es de unos 1400 euros en total, todas tasadas y certificadas por las mejores casas de subastas de nuestro país…Pues van a ver lo que nos ofrecen en los puestos…

Los que seguís desde hace tiempo el blog ya sabéis que he dado ejemplos de gente que se pasa de lista e intenta atracar a quien tiene por delante (1 y 2) y también he mostrado cómo han conseguido timar al personal. Lo que nunca he dicho, porque no creo que sea un buen consejo, es esa de: “son todos unos estafadores, cómprame monedas a mí (o a mi primo) y ya verás lo bien que te va”. Creerse una de esas es la forma más rápida de meterse en la boca del lobo.

Enrique conocía a un coleccionista principiante con el que tuvo bastante relación durante una temporada. Enrique le consiguió algunas monedas y el otro coleccionista parecía muy contento, hasta entablaron cierta relación personal. Pero de repente Enrique no supo más de él y eso que le llamó varias veces.

Varios meses después se lo encontró de casualidad y resulta que el coleccionista casi no quería ni hablarle. De repente, en un ataque de sinceridad va y le salta que le había estado engañando durante un tiempo pero que ya no más y que pasa de él. Ante semejante acusación Enrique pasó de hacerle entrar en razón, se despidió y con ello dio por finalizada la relación, al menos desde el punto de vista numismático.

Lo que había pasado estaba bastante claro: otra persona le había convencido de que Enrique era un timador (y no lo es, le conozco bien). Para ello, el buen timador sigue una serie de sencillos pasos: dice a la víctima que está siendo timada, y para demostrárselo le hace una primera venta en la que mejora los precios que estaba pagando anteriormente aunque el timador pierda dinero en esa venta. Una vez que la víctima baja la guardia le va haciendo más ventas, subiendo el precio y bajando la calidad paulatinamente y como el timado es bastante novato, no se da cuenta. Al final, al cabo de tres o cuatro ventas después le está vendiendo chatarra a precio de oro.

Esto hace que sea complicado confiar en alguien para un coleccionista principiante, porque habrá gente deseando hacer esta jugada para ganar cuatro duros. Pero claro, si alguien “te abre los ojos” es posible que sea porque te quiere hacer la jugada él mismo. La única solución posible es la de siempre: aprender a valorar uno mismo las monedas, aprender a apreciar la calidad, conocer el mercado, conocer el precio de las cosas y, por supuesto, no perder nunca la capacidad crítica. Esto no quita que también haya gente honrada por el mundo, por supuesto.

Ya he argumentado varias veces mi opinión de que las monedas conmemorativas en particular, y la numismática actual en general, no son una buena inversión porque hay una entidad capaz de influir enormemente en el mercado e influirá en su propio beneficio. En los comentarios de las entradas que se han dedicado a estos temas no ha habido mucha discrepancia al respecto, si bien otros blogs (algunos de los cuales están enlazados en el menú de la izquierda) parecen opinar lo contrario. También ha habido quien ha sufrido en sus propias carnes la mala inversión que son los euros, aunque ha sabido bajarse pronto del carro.

Pues resulta que ahora la ceca de Finlandia me va a echar una mano para darme más argumentos de por qué no es bueno invertir en euros. Según he leído en numismática visual, la ceca de Finlandia ha sacado una nueva emisión de 25.000 ejemplares de todas sus monedas de 2 euros conmemorativas en calidad PROOF, pudiéndolas comprar directamente a la ceca por el módico precio de 20 euros. La web desde la que se pueden comprar las monedas es ésta.

Las monedas de 2 euros de Finlandia son algunas de las más caras. Concretamente la de 2004 vale una pasta (según numismática visual) puede rondar los 200 euros en su versión PROOF y unos 35/40 en SC (según este hilo). Pagar 200 euros por una moneda PROOF que luego resulta que se vuelve a emitir por 20 euros no tiene que hacer ninguna gracia a un inversor ¿no os parece? Habrá quien diga que no hay derecho, que es una vergüenza y que la culpa de todo la tiene la ceca de Finlandia. Pero yo no soy de esa opinión, ellos sólo han emitido más monedas para ganar un dinerillo y pueden hacerlo legalmente, así que no sé de qué se extraña la gente. Dentro de un año puede emitir otras 25.000 monedas de cada sin problemas vendiéndolas a 10 euros.

No he buscado datos concretos de la ceca de Finlandia (más que nada porque su «BOE» está escrito en un idioma raro), pero en España la emisión real de monedas conmemorativas es mucho menor de la emisión máxima que puede realizar la ceca. Por otra parte, nada impide que las monedas conmemorativas de un año se emitan en años sucesivos, de manera que es perfectamente posible que si ven que el precio de las monedas conmemorativas sube mucho en el mercado emitan más para hacerse ellos con el beneficio.

Como siempre digo, que cada cual haga lo que le venga en gana con su dinero. Además, los euros aunque no sean una buena inversión pueden ser divertidos de coleccionar (aunque yo no le vea la gracia), así que quien los coleccione que lo tome como tal: una simple y llana colección, que no es poco. En ese caso, a nadie le debería molestar  pagar 200 euros por una moneda que luego resulta que se podría haber comprado por 20, al fin y al cabo es una colección sin ningún ánimo de lucro y no nos importa perder dinero ¿o sí?

De vez en cuando aparecen noticias de que la Guardia Civil o la Policía Nacional han llevado a cabo una gran operación contra una red dedicada a expoliar bienes históricos y traficar con ellos. Sin ir más lejos, no hace mucho que detuvieron a 85 personas por estos motivos. Este tipo de noticias suelen poner nerviosos a algunos coleccionistas que creen que en cualquier momento puede venir la Policía Nacional a su casa a quitar su querida colección, que tanto esfuerzo le ha supuesto. Esto lo estuvimos comentando en el foro de Imperio Numismático y cómo me surgieron algunas dudas al respecto se lo pregunté a unos colegas que trabajan en el juzgado con los que me fui de cañas el otro día.

Que nadie entienda esta entrada como un asesoramiento legal ni nada por el estilo ¿quién soy yo para asesorar legalmente a alguien si no he estudiado leyes en mi vida? Tampoco pretendo ser exhaustivo, ya veis que en la entrada no indico enlaces a leyes concretas ni tampoco apoyo mis argumentos con jurisprudencia ni cosas así. Simplemente quiero hacer una llamada a la tranquilidad y hacer ver que si procedemos de forma legal es difícil que vayamos a salir perjudicados.

Lo primero que hay que decir es que cuando alguien se encuentra un tesoro (ya sea una ánfora llena de aureos romanos o un cobre del siglo XIX todo roñoso) debería entregarlo directamente al ayuntamiento del municipio en el que lo encontró o si no dárselo a patrimonio. Llevárselo a casa es ilegal y comerciar con ello mucho más. Esa moneda que nos acabamos de encontrar pertenece al Estado y quedársela es tanto como robar al Estado. Igualmente, aquél que compre una moneda robada o expoliada y sea consciente de la procedencia ilegal de la misma está cometiendo un delito.

Una vez dicho esto, resulta que hay gente que se gana la vida delinquiendo de diferentes maneras, y una de ellas es expoliando bienes históricos para después introducirlos en el mercado del coleccionismo. Esta gente no se dedica a ir con un detector de metales por el campo para ver qué encuentra, sino que directamente van donde saben que hay material y expolian excavaciones enteras. Luego tienen sus expertos para tasar las piezas, retocarlas e introducirlas en el mercado. Son redes organizadas que no son fáciles de tumbar y que se las investiga mediante escuchas y demás. Vamos, que la policía sabe a por lo que va.

El problema puede aparecer cuando un coleccionista honrado (llamémosle Enrique) ha comprado monedas expoliadas a un comerciante que está metido en una trama de éstas o que no es consciente de la procedencia ilegal de las monedas. Podría darse el caso de que Enrique aparezca como un cliente habitual de uno de los comerciantes metidos en la trama, en cuyo caso la policía va a intentar recuperar las monedas que ha comprado Enrique porque son propiedad del Estado. Así pues, un buen día se presentarían en la casa de Enrique un secretario judicial junto con varios policías con la finalidad de llevarse las monedas de Enrique.

Lo primero que debe hacer Enrique en esa situación es pedir que le enseñen el auto de registro firmado por el juez de instrucción. Sin ese auto no pueden entrar en casa de Enrique, así que es importante que lo tengan. A partir de ahí lo mejor que puede hacer Enrique es colaborar con la policía y con el secretario judicial y decirles dónde guarda todas y cada una de las monedas de su colección. Si hay dinero suficiente en la instrucción el secretario judicial irá acompañado de un perito técnico que entiende de numismática y conoce las piezas a por las que van. Es decir, que es una persona que sabe qué pinta tienen las monedas que están buscando (es decir, que si están buscando sestercios imperiales sabe diferenciar un sestercio de un tetradragma). Si no va el perito especializado lo más probable es que el secretario judicial directamente se lleve toda la colección de monedas y ya se encargarán en el juzgado de identificarlas.

Por eso mismo es importante que Enrique colabore con ellos y no les hagamos perder el tiempo poniéndonos bordes. Si el secretario judicial ve que va de buenas y que Enrique no tiene nada que esconder entonces puede acceder a no llevarse monedas que es evidente que no son las que están buscando. Por ejemplo, si buscan moneda romana, Enrique le podría convencer de que no se lleve su colección de Franco porque aunque no entienda de numismática le puede parecer evidente que esas no son piezas romanas. El secretario judicial no tiene por qué hacer ningún caso y puede indicar muy educadamente que su ignorancia es tal que no es capaz de distinguir un denario republicano de un euro alemán, así que se lleva todo y punto. Igualmente, Enrique podría pedir al policía encargado de realizar las fotografías que fotografíe ciertas piezas concretas, que son las que más valor tienen y así se asegura de que aunque se las lleven siempre puede demostrar que eran suyas. De igual modo, no tienen por qué hacer caso y pueden decir simplemente que en el juzgado hay una cadena de custodia de los bienes incautados que asegura su integridad, y que con hacer tres fotos y poner en la descripción de lo incautado «Caja con 5 álbumes de monedas» ya es suficiente. Recemos en ese caso para que a nadie se le ocurra «cambiarnos» alguna moneda.

Una vez que se han llevado la preciosa colección de Enrique queda esperar a que un perito especializado las tase y determine cuáles han sido expoliadas y cuáles no. Las expoliadas serán prueba en el juicio y luego pasarán a propiedad estatal, el resto se devolverán a Enrique. El tiempo que tarde en aparecer un perito especializado y llevar a cabo el juicio es muy variable; si hay suerte en pocos meses puede que Enrique ya tenga sus monedas consigo, si no hay suerte pueden pasar ocho o diez años perfectamente. Por último, es probable que se llame a Enrique como testigo en el juicio contra la trama.

Vuelvo a insistir en que Enrique no volverá a tener en propiedad las monedas expoliadas, porque aunque se le considere como un tercero que las ha comprado de buena fe, realmente son propiedad del Estado. Lo único que podría hacer Enrique sería denunciar al comerciante por estafa, pero como para entonces lo más probable es que el comerciante se haya declarado insolvente, pues a Enrique le va a dar igual.

Toda esto sería lo normal que ocurriría en el caso de que Enrique no tuviese ningún cargo. Los cargos contra Enrique se presentarían si hay sospechas de que realmente él era consciente de la procedencia ilegal de las piezas; eso se puede sospechar si hay alguna escucha que así lo indica o si resulta que todas (o una grandísima parte) de las monedas de la colección de Enrique son expoliadas. En ese caso, además de confiscar las monedas, la policía le pedirá a Enrique que le acompañe porque está detenido. Le dejarán unas horas en el calabozo y después le interrogará el juez de instrucción, quien decidirá si le deja en libertad con o sin cargos. A partir de ese punto lo mejor es buscarse un buen abogado y tener todas las facturas de las monedas que hayamos comprado.

Finalmente, algunos consejos que pueden ayudarnos a no tener problemas de este estilo. Ya veis que son de sentido común y nada complejos:

– Comprar monedas en casas de subastas públicas.

– No comprar monedas a un solo comerciante, comprar a varios y si puede ser que sean gente solvente.

– Al comprar moneda cara, pedir facturas y guardarlas.

– No comprar monedas que no conozcamos bien.

Las monedas de las imágenes están tomadas de la última subasta de Numismática Genevensis (que ya comentó Darío). Se tratan de un estátero de Ione, un denario de Augusto, un sestercio de Augusto y un sestercio de Galba. ¡Quién las cazara!

Ya hace algunos meses que comentamos un caso en el que alguien (previsiblemente un chaval de unos 18 años o así) intentaba sacar pelas de la numismática sin saber ni por dónde le daba el aire. Hoy traigo otro caso del que se enteró hace poco Enrique, y aunque el protagonista es más espabilado que el de la anterior entrada, su perfil es parecido y a mi entender comete ciertos errores que no está de más analizar. Seguramente venga bien la entrada para todos aquellos que intentan hacer sus primeros pinitos en la compra/venta de monedas y están un poco ansiosos por sacarse unas perrillas.

Nuestro amigo en cuestión (llamémosle Pepito) compró el 11 de septiembre de este año una peseta de 1947*50 por eBay a un vendedor con el que Enrique ya había hecho algún trato. La moneda en cuestión es la que ilustra la entrada (fotos sacadas de la venta del 11 de septiembre en eBay) y como la vio brillante Pepito la estimó en EBC y aunque no sabía muy bien su precio, pujó por ella y se la llevó por 41,50 euros más gastos de envío.

Posteriormente, Pepito buscó a alguien que le pudiera asesorar en el precio de la moneda, y no fue otro que a Enrique. Tras preparar el terreno echándole un par de piropos y endulzar el mail, le preguntó directamente cuánto pagaría por esa moneda sin decirle cuánto había pagado él por ella; pero resulta que Enrique  ya se conoce el truco de que «primero te hago creer que eres listo y guapo para luego hacer de ti lo que quiera», así que no picó e invitó a Pepito a leer esta entrada. La contestación no le sentó muy bien a Pepito y así se lo hizo saber a Enrique, pero tras unos días volvió a insistir para que Enrique le hiciera una tasación de la moneda. Enrique, para dejarle tranquilo, y sin saber por aquél entonces el precio de compra de la moneda, le dijo que si alguien le pagaba 30 euros se la vendiese, que es buen precio. Evidentemente, ese precio es irreal, como cualquier precio que diga alguien que no se moje, pero con ello ya se quedaba contento Pepito y dejaba de dar la vara.

Lo más sorprendente vino después, y es que Enrique ve esa moneda anunciada en el foro de Imperio Numismático diciendo que se escuchan ofertas por ella. Un par de aficionados principiantes a la numismática dicen que está muy bien y va Pepito y dice que estaría dispuesto a cambiarla por una pieza de oro de Alfonso XII o de Isabel II. ¡Toma ya! Enrique ya no daba crédito a sus ojos, así que le manda un mensaje a Pepito llamándole atracador, lo cual, encima, parece que sentó mal a Pepito.

Afortunadamente nadie cayó en su trampa, así que al cabo de unos días va Pepito y dice que a quien quiera se la deja en 105 euros. Sigue sin contestar nadie. Al cabo de una semana o así vuelve a anunciar que está de súper-oferta y la dejaría por 75 euros. Sigue sin quererla nadie. Quince días más tarde quita Pepito la moneda del foro y la pone en eBay por 59 euros. El viernes pasado acabó la subasta desierta y la ha vuelto a poner por un precio de salida de 49 euros, creyéndome yo que raro será que la venda.

Hasta aquí la historia. Vamos a ver si sacamos algunas conclusiones:

El primer error es tirarse a la piscina intentando sacar dinero sin conocer bien el mercado. Está claro que todos nos hemos arriesgado alguna vez en las monedas que no conocemos demasiado bien y que aunque perdamos pelas siempre sacamos una lección aprendida, pero si uno no es capaz de distinguir una pieza en EBC de una en MBC- limpiada, mejor que espere para hacer negocios.

– Lo segundo es pedir asesoramiento después de haberte tirado a la piscina.  Primero uno se entera y después actúa, es mucho más fácil de acertar así.

– Lo tercero es que pedir asesoramiento gratuito y que te siente mal si no te lo dan. El conocimiento tiene un precio, y se paga; vale que yo, y mucha otra gente, demos muchas veces gratis lo poco que sabemos, pero eso no significa que lo vayamos a hacer siempre y a cualquiera que nos venga. Sería competencia desleal hacia los profesionales. Como se suele decir «contra el vicio de pedir la virtud de no dar», y el que quiera que lo entienda.

– Lo cuarto, y lo más grave de todo, es intentar  remediar un error atracando a quien sepa menos que tú, intentando vender una moneda por 20 veces más de lo que vale. Eso sólo tiene un nombre y es ser un timador. Y, como siempre, el que actúa de malas maneras suele acabar mal; ahora estoy seguro de que ningún forero de Imperio Numismático que tenga algo de idea comprará nunca a Pepito nada.

– Lo quinto, y ya es el remate, es la poca seriedad que se proporciona: empezamos proponiendo un cambio de una moneda por un oro de Alfonso XII o de Isabel II y acabamos ofreciéndola por 49 euros. ¿Pero esto qué es? ¿Las rebajas de El Corte Inglés? Cualquiera que vea eso, aunque no tenga ni idea de numismática, se dará cuenta de que esta persona lo único que intenta es timar al personal.

Con todo esto lo que quiero decir es que mal empezamos si en la primera venta intentamos estafar a la gente. Generalmente un aficionado que compra y vende monedas suele jugar con la volatilidad (y más) del precio de las piezas y suele sacar un 15-20% de cada transacción si son monedas más o menos baratas. ¡No un 500%! Eso es una exageración. Los profesionales suelen jugar con márgenes más grandes, pero evidentemente no llegan a esos porcentajes ni de lejos.

Como siempre la paciencia es importante, y es preferible ir haciendo compras y ventas en las que se gane poco dinero (a veces incluso nada) con tal de ir aprendiendo e irse forjando una serie de contactos que confíen en ti. Alguien que te compra una moneda y queda satisfecho estará dispuesto a volverte a comprar, o quizá se lo comente a un amigo; en cambio por cada persona que times perderás al menos un contacto, y si timas a cinco personas seguidas será difícil que vuelvas a vender nada.

Reproduzco una supuesta conversación entre Enrique (Enr) y un Numismático Cara Dura (NCD):

NCD: «Mira, estas carteras de euros de Moldavia, son una oportunidad de inversión estupenda» (pongo euros de Moldavia para no herir sensibilidades)

Enr: «Anda, pues son bonitas. ¿Y por qué dices que son buena inversión?»

NCD: «Hombre, pues está claro, son de tirada limitadísima y ahora muy poca gente las colecciona porque Moldavia acaba de entrar en el euro, pero cuando la gente se dé cuenta de que Moldavia tiene euros entonces se irán todos a comprarlas, pero para entonces ya estarán agotadas, así que se pagarán carísimas»

Enr: «¿Sí? ¿cuánto de carísimas?»

NCD: «Pues mira, va a pasar igual que con las primeras carteras de El Vaticano, que en cuanto se acabaron se triplicó el precio. Éstas salen por 25 euros, así que fácilmente en un par de años puedan costar 75 euros. Es una inversión segura»

Enr: «Si es una inversión segura ¿por qué no te las quedas tú? las venderías dentro de un par de años por mucho más dinero»

NCD: «Ya, pero es que yo soy comercial, no puedo quedarme con mucho stock porque no cuento con demasiado dinero en efectivo. Lo mío es comprar y vender; pero ya verás como en el mercado dentro de un par de años se pagan al menos por 75 euros, eso seguro«

Enr: «Suena interesante… pero me recuerda a cuando salieron las monedas de 500 pesetas en 1987, que nos salió a todos mal la inversión porque la FNMT luego sacó más estuches»

NCD: «Pero eso no lo va a hacer Moldavia, ya te digo que es una inversión segura y pocas oportunidades como ésta habrá«

Enr: «No sé… me suena raro… según dice un amigo mío no se puede invertir en moneda conmemorativa«

NCD: «¿Y quién es ese amigo tuyo? ¿Está asociado a la AENP

Enr: «No, simplemente es un aficionado que tiene un blog y escribe lo que buenamente cree»

NCD: «¡Uno que va de listo! A ese ni caso, tú atente a mi consejo que llevo más de treinta años en este negocio. Esto en cuanto se acaben de vender las que han sacado va a subir como la espuma y ya te digo que las sacas 50 euros a cada cartera en un par de años»

Enr: «A ver si lo he entendido. Tienes una oportunidad de negocio estupenda, que consiste en retener unas carteras durante un par de años, pero no puedes hacerla frente porque no puedes tener un capital parado durante ese tiempo; así pues me estás regalando ese conocimiento a mí para que te compre las carteras y gane mucho dinero con ellas ¿no?»

NCD: «Efectivamente, estoy seguro de que es una inversión buenísima«

Enr: «Vale, pues haremos una cosa. Yo te compro varias carteras, pongamos que te compro 200, a 25 euros cada una; pero a cambio tú te comprometes a que dentro de dos años me las compras a 50 euros cada una, de forma que las podrás revender por 75 y ganar más dinero todavía. Yo con un 100% de beneficio en dos años me conformo y tú te quedas con otro buen margen. Además, para estar seguro de que no me mientes, antes de que te compre las carteras te tiene que avalar el Banco Santander sobre la cuantía de 10.000 euros, para la compra dentro de dos años»

NCD: «¿Pero cómo voy a hacer eso? ¿me estás tomando el pelo?»

Enr: «No, te lo digo totalmente en serio, tú me has propuesto una oportunidad de inversión y yo te propongo otra a ti asegurándome un margen para mí. Si estás tan seguro de que es una gran inversión lo aceptarás sin dudarlo»

NCD: «Mira, vete de aquí que se ve que no entiendes nada y que no quieres invertir en numismática. Va y dice que pida un aval al Banco Santander… ¡a mí me vas a decir lo que tengo que hacer con mi dinero!»

Enr: «Yo en cambio diría que entiendo demasiado para caer en esa»

Una conversación como esa ejemplifica perfectamente lo que es un conflicto de intereses, y es que la persona que te asesora saca tajada si haces algún tipo de (supuestas) inversiones. Esto se puede dar con moneda contemporánea o antigua, no importa. La cuestión está en que no existen inversiones seguras que den una alta rentabilidad, ni en numismática ni en ninguna parte. Además, si el numismático estuviera seguro de que iba a triplicar el precio en dos años ¿por qué iba a vender ese bien? ¡Antes rehipotecaría su casa!.

Las monedas que ilustran la entrada están sacadas de la subasta que celebrará Kuenker los días 28 y 29 de septiembre. Se tratan de medio ducatón napolitano de Felipe IV, ocho reales de Segovia de 1589, ocho reales de  Cataluña de 1809 con Fernando VII y 20 reales de 1850 acuñados en Madrid

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